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N los últimos capítulos de la serie Cuéntame cómo pasó hemos podido ver cómo
Antonio Alcántara para resolver ciertos asuntos recurre a sus amistades
políticas o a su paso por el Ministerio de Agricultura. El pasado jueves,
Televisión Española emitía por la noche el capítulo correspondiente sobre la
familia Alcántara. Y una vez más vimos cómo Antonio se encara con un agente de
tráfico al tiempo que le recuerda, con una actitud prepotente, su paso por el
Ministerio y su amistad con el gobernador civil.
Ironías de la vida, ese
mismo jueves, por la tarde, Esperanza Aguirre, en plena Gran Vía de Madrid,
protagonizaba un espectáculo semejante a los de Antonio Alcántara al grito de:
«Usted no sabe con quién está hablando».
Esperanza Aguirre,
tras circular por el carril bus, parar y aparcar en dicho carril para poder sacar dinero de un cajero, tachar de
machistas a unos agentes de tráfico que estaban sancionándola, sale a la fuga, porque
se cansa de esperar a que los agentes terminen de imponerla la sanción, arrollando
la moto de uno de éstos, y no para hasta llegar a su casa y, esta vez sí,
estacionar bien su vehículo. Para que los agentes que la habían perseguido no
se sintieran zaheridos, dos guardias civiles, escoltas de la señora Aguirre,
les proponen hacer un parte amistoso por el golpe de la moto. Y aquí paz y
después gloria.
Tras el revuelo,
Esperanza Aguirre acude a las emisoras de radio y a los profesionales que le
deben pleitesía y ante sus micrófonos trata de justificar lo injustificable. La
señora Aguirre —puede usted tacharme de machista— se habría portado como una
auténtica señora empleando esos micrófonos amigos y serviles para anunciar su
dimisión del Partido Popular, su alejamiento total de la política y, por
supuesto, pedir perdón a todos los ciudadanos. Pero continuó en el papel
femenino de Antonio Alcántara.
Como los errores de
algunas mujeres políticas no vienen solos —puede usted seguir tachándome de
machista—, sale a la palestra Ana Botella, la alcaldesa de Madrid, para decir
que los agentes de movilidad actuaron como ante cualquier ciudadano que comete
una infracción de tráfico. Mire, usted, señora alcaldesa, como ante cualquier hijo
de vecino, «de eso, na de na», que diría un castizo.
Si la película que protagonizó
la señora Aguirre (Persecución por Gran
Vía) la interpreta un ciudadano de a pie, a éste no le quedan ganas de repetir
la escena ni aunque la dirigiera el mismísimo Martin Scorsese.
Desde aquella España que estamos rememorando a
través de Cuéntame… a ésta del siglo xxi de Esperanza Aguirre qué poco ha
cambiado nuestro país. Continúa el paro, la violencia de género, la corrupción,
y personajes como los de Antonio Alcántara Barbadillo o Pablo Ramírez Sañudo (Don Pablo) campan a sus anchas. ¿A qué juegan nuestros políticos?
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