EL programa de entretenimiento El hormiguero, que presenta Pablo Motos, está de aniversario: ha cumplido diez años. Por ello, ayer, todo el equipo que trabaja en el programa se vistió de fiesta para celebrar tal aniversario y para conmemorar tan fausto acontecimiento. El invitado principal a la fiesta fue Karlos Arguiñano que como siempre estuvo en su salsa.
Bien, felicidades por estos diez años en antena y por el trabajo de un equipo de profesionales que cada día sacan adelante este programa. Un programa que lo que pretende es entretener y sacar una sonrisa al final del día y, quizá, un comentario en el primer café a la mañana siguiente.
Y decimos un comentario en el primer café del siguiente día, porque es lo más lejos que pueden llegar los contenidos sobre el programa, en especial las entrevistas, que presenta el ego idolatrado de Pablo Motos. Un Pablo Motos que ha creado un hormiguero para acoger a amiguetes que andan vagando por el mundo (Mario Vaquerizo, Santiago Segura, Vaquero, El Monaguillo o Pilar Rubio, entre otros) y para plataforma de lanzamiento de libros, películas, suscripciones a causas benéficas o presentación de series de Antena 3. ¡Cuánto hubiera disfrutado Francisco Umbral hablando de su libro en un programa como este!
En este Hormiguero tiene cabida todo. Se fomenta la cultura del «todo vale» y el lena de «no pasa nada y todo se puede hacer», vamos un ¡viva la Virgen! Se presenta un humor chabacano y la prepotencia se atisba por los cuatro costados del estudio; todo esto bajo la batuta de un irrelevante Pablo Motos que quiere que sus comentarios y chascarrillos vayan a misa.
Un Pablo Motos que, entre sus virtudes y defectos y entre las risas orquestadas de los asistentes al programa, ofrece cada noche su confusa testosterona con sus comentarios y preguntas a los invitados de turno, poniendo en un brete a algún que otro invitado. No queremos pecar de mojigato, pero creemos que el buen gusto y el respeto a todas las personas que ven el programa debería imponerse a estos comentarios soeces con los que Pablo Motos se desahoga cada noche en directo.
Seguro que hay muchos temas más interesantes que comentar con el invitado que no sean los sexuales o escatológicos y que los espectadores en general y algún invitado en particular agradecerían. Y si no que se lo pregunten a Busquets. Sólo hacía falta ver la carita que ponía el tímido jugador para adivinar el mal trago que estaba pasando.
Todavía no comprendemos cómo unas entrevistas basadas exclusivamente en la publicidad de un libro, una película, una serie, un disco, y fundamentadas con las salidas sexuales de su presentador pueden alcanzar diez años de vida. Si suprimimos esto nos quedamos sin entrevista. A veces me pregunto si Pablo Motos no será algún personaje reencarnado de aquellos que interpretaban Alfredo Landa o Andrés Pajares persiguiendo a rubias en ropa interior que ha llegado hasta los platos de televisión confundiendo lo agradable con lo fastidioso, lo decente con lo indecoroso, lo cortés con lo soez, lo gracioso con lo molesto.