¿La maldición de Mourinho? (y 2)
Por Julián Miranda Sanz
TRAS la derrota en el pasado derbi,
Iker Casillas y Sergio Ramos, como capitanes del equipo, se han dirigido a sus
compañeros para hacerles ver que por el camino que llevan van perdidos, que
entre todos hay que sacar esto adelante, que si hay que hacer piña, que si
esto, que si lo otro, las mismas consignas de siempre. Lo que tienen que hacer
es jugar como si cada uno fuera un Juanito, un Camacho, un Butragueño, un
Santillana, un Hugo Sánchez, en una palabra: espabilar, y dejarse de gaitas, de
tantos mensajes en las redes sociales y tener cuidado con sus confidencias y
confidentes, que luego todo acaba sabiéndose.
Si Carlo Ancelotti
ha traído a su cuerpo técnico, ¿qué hace Zidane en el banquillo? ¿Para hacer de
“puente” entre entrenador y jugadores? ¿Está de becario de Ancelotti? ¿Está de
mensajero de Florentino? ¿Lo veremos esta temporada en alguna rueda de prensa
después de algún partido comprometido como veíamos a Karanka la temporada
pasada?
Otra de las
cuestiones que ha salido ahora tras la derrota liguera ante el eterno rival, la
pone de manifiesto el técnico madridista al decir que ni Isco, ni Illarra, ni
Modric son centrocampistas completos, que el mejor era Özil, que salió del Real
Madrid y todavía no se saben muy bien las causas de su marcha. Si Özil era el
mejor centrocampista que tenía el equipo, ¿qué hizo Ancelotti para impedir su
marcha? Si es verdad que el técnico madridista tiene poder de decisión, podía
dar salida a Benzema, ya que si Mourinho durante el tiempo que estuvo de
entrenador un pudo cambiar la actitud de este jugador dudo mucho que Ancelotti lo
consiga.
La imagen que ha
ofrecido el entrenador del Real Madrid en los partidos que lleva disputados el
equipo ha sido la de un técnico que no sabe por dónde meter mano a este pastel
que le han puesto delante. Las decisiones que ha tomado en los partidos no han
resuelto nada y no tenían sentido alguno. En el derbi sustituyó a Isco por
Morata y este cambio lo defendió en la rueda de prensa diciendo que la única
manera de marcar era meter balones al área y por eso necesitaba dos delanteros.
Si el Real Madrid tiene que basar sus victorias en los centros desde las
bandas, esta temporada los espectadores que acudan al estadio Santiago Bernabéu
terminarán aburriéndose y silbando al equipo y además será otro año sin
conseguir títulos. Al menos con Mourinho los jugadores sabían dónde debían
situarse y lo que tenían que hacer, que a veces no salía bien, pero al menos
había un estilo de juego, algo que hoy no existe. A la hora de hacer cambios
para ganar un partido, Mourinho era más original: si había que remontar quitaba
defensas y sacaba más delanteros, daba emoción al encuentro, vamos, que era
valiente en sus decisiones, y en las ruedas de prensa también daba más juego.
Como no se tomen
decisiones firmes, desde el presidente hasta los jugadores, pasando por los
técnicos, y cada uno se quede en su sitio quieto y haga la tarea que se le
encomendó, el Real Madrid seguirá perdiendo la Liga en Navidades y de la Décima
ni hablamos. Y entonces empezaremos a hablar de la “maldición de Mourinho”, y
si no, al tiempo.
Por último, no nos
hagamos ilusiones con la última victoria en la Champions frente al modesto
Copenhague. Si descartamos los cuatro goles que se marcaron y las paradas de
Casillas, el resto es para olvidar.