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O sabemos si será bueno o malo para
España que no se forme un Gobierno que comience a ordenar todo este galimatías
que se ha formado tras las elecciones del 20 de diciembre, pero de lo que sí
estamos convencidos es de que como tengamos que acudir de nuevo a las urnas
para unas nuevas votaciones nos vamos a enterar de muchas más cosas de las que
sabemos hasta ahora en cuanto a todos los trapos sucios de los partidos.
Ninguno de los dos clásicos (PP y PSOE) pueden echarse en
cara absolutamente nada en cuanto a casos de corrupción, aunque siempre el
último episodio es el que más ruido deja, léase «operación Taula». Sin embargo, ¿por
qué hemos de esperar a situaciones como las que estamos viviendo durante estos
días en los que ningún líder es capaz de formar un gobierno para que los
ciudadanos nos enteremos de que todavía quedan muchos políticos corruptos y
muchos casos por destapar? Nosotros, los ciudadanos, suponemos que todos estos
turbios manejos alrededor de la política tienen que ser sabidos por ministros,
por presidentes de partido, por secretarios generales de partido, por alcaldes,
por diputados, por directores de periódicos, por periodistas y demás personajes
metidos en política desde hace mucho tiempo, pero que guardan en un cajón hasta
que la situación sea propicia, según qué bando, para que salgan a la luz y que
todo el mundo se entere. Si de verdad los políticos pensaran en los ciudadanos,
como nos dicen, todos estos asuntos de corruptelas verían la luz en su momento
y no en el momento que a determinado partido le interesa que salgan.
La cuestión es que vemos muy difícil que tras esta segunda
ronda de conversaciones que el Rey ha mantenido con los líderes de los partidos
con representación parlamentaria pueda alcanzarse un pacto entre los partidos
del que salga el nuevo Gobierno. Ningún líder quiere hacer concesiones en sus
planteamientos y así es imposible que se pueda formar gobierno alguno; por ello,
nos planteamos la duda sobre qué es lo que hubiera pasado si estos líderes
políticos hubieran tenido que hacer la primera transición; sinceramente
pensamos que todavía estaríamos pensando si era bueno o no para la democracia legalizar
el Partido Comunista, por poner un ejemplo.
A pesar de los deseos de Rajoy por mantenerse en el poder,
de las ganas a ojos vistas de Pedro Sánchez por ser presidente del Gobierno, del
empeño de Pablo Iglesias por ser el vicepresidente de un Ejecutivo liderado por
Pedro Sánchez y de un Albert Rivera que no sabemos muy bien dónde se quedará,
pues bien, a pesar de todo, no vemos a ninguno con la capacidad total para dirigir
a esta España del cambio.
Por ello, no nos extrañaría que la presidencia del Gobierno
y demás cargos se decidieran en un tercer partido con nuevas votaciones y más
si tenemos en cuenta esta moda que estos políticos del cambio, progresistas y
emergentes se han sacado de la chistera: consultar a los militantes o, en su
defecto, a los ciudadanos como hace la señora Manuela cuando ha de tomar una
decisión urbanística. Sinceramente, esta moda que ellos denominan de transparencia
y cercanía a los ciudadanos nos parece una majadería y una ausencia total de
liderazgo y personalidad política. Los ciudadanos, los votantes, hemos
depositado nuestra confianza en ellos para que realicen y gestionen las
cuestiones que vayan surgiendo, tanto las fáciles como las difíciles, porque si
no son capaces de tomar una decisión por sí solos y necesitan la opinión de los
ciudadanos a cada decisión decisiva que han de tomar, entonces, señores, ni a
los penaltis serán capaces de formar ese gobierno que les quita el sueño, el
sentido y hasta el alma y a nosotros, sus votantes, nos quitan la ilusión de vivir
en una España mejor y la esperanza de tener unos dirigentes capaces de tomar
decisiones en momentos difíciles y están consiguiendo, no les quepa la menor
duda, que cada día más pensemos que esto de la corrupción no hay quién lo
arregle.