N año más se celebra la Fiesta del Cine
con la que los organizadores pretenden que el público acuda a las salas de cine
y para ello ofertan películas de estreno a precios de los antiguos cines de
barrio de dos películas y No-Do.Y un año más, todos al
cine porque lo dice la santa madre cinematográfica. Y un año más se forman
grandes colas ante las taquillas de los cines para ver esa película que a
precio normal nunca iríamos a ver.
Los
organizadores se vanaglorian porque consiguen que el público acuda a las salas
de cine a la sesión matinal, a la vespertina, a la nocturna y hasta a la de
madrugada si esta existiera para ver cine y así demostrar, no se a quién, que
el cine sigue siendo el séptimo arte para, por una parte, seguir consiguiendo
alguna sustanciosa subvención del Gobierno de turno y, por otra, encaminar nuevamente
a un público que hace tiempo perdieron a los cines. Pues una porra.
El
público acude a la llamada cinematográfica por la sencilla razón de que el
precio de una entrada es muy inferior a la de cualquier otro día, ya que una
vez terminada esta «fiesta» se terminan las largas y conflictivas colas ante
las taquillas de los cines y todo vuelve nuevamente a donde estaba; es decir, a
la ausencia de público a las salas de cine y poder acudir con una gran
tranquilidad a presenciar la película de turno.
Por otra parte, detesto
todas estas iniciativas que nos dictan cuándo tenemos que ir al cine, cuándo
tenemos que bailar, cuándo tenemos que viajar, cuándo tenemos que ser
graciosos, cuándo tenemos que cocinar, y así infinidad de campañas que las
cadenas de televisión nos presentan en su programación.
Me gusta el cine,
cocinar, viajar, contar chascarrillos, bailar, pero lo que no me gusta es que
me dirijan el cómo y el cuándo debo hacerlo, aunque esta manipulación venga
envuelta en celuloide a bajo coste.
Ahora que estoy jubilado
y que me he liberado de toda clase de opresiones e imposiciones, tanto sociales
como laborales e, incluso, sexuales, no puedo consentir que ninguna campaña me
dicte lo que debo hacer y cómo y cuándo debo hacerlo.
Voy al cine cuando creo
que la película que me ofrecen va a gustarme y principalmente cuando me
apetece. No necesito que nadie me indique lo que tengo que hacer para llenar mi
parcela lúdico-festiva.
Así pues, siento defraudar a los organizadores de esta fiesta
cinematográfica y a alguna otra persona ajena al mundo del cine, pero acudiré
al cine, bailaré, viajaré, cocinaré, asistiré a clases de yoga o natación, iré
al gimnasio y a tantas otras actividades cuando me apetezca y lo que me oferten
sea de mi agrado. Fin.