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NA vez más el príncipe Felipe ha tenido
problemas en el avión que le trasladaba, en esta ocasión, hasta Honduras. Ya el
pasado mes de noviembre, otra avería le impedía realizar el viaje hasta Brasil.
Un fallo en el indicador del aceite ha sido la alarma que ha hecho que el
piloto regresara a Santo Domingo para que revisaran el avión.
Mientras se
practicaba esta comprobación, se barajaron otras alternativas que permitieran
continuar el viaje sin demasiada demora. Hasta aquí podemos admitir que este
tipo de circunstancias ocurran. Sin embargo, no puede consentirse toda la
parafernalia que ocurre a su alrededor.
Para que el Príncipe
pueda proseguir el viaje se piensa en buscar billetes en un avión comercial o
privado, pero al no existir vuelos directos entre Santo Domingo y Honduras se
descarta la idea. No puedo imaginarme al encargado del protocolo del Príncipe
de ventanilla en ventanilla buscando un billete, como si se tratara de una
escena de la película Solo en casa.
Por otro lado, el piloto, en su afán de minimizar el percance, declara que esta
misma avería en un vuelo de pasajeros de a pie no hubiera sido preciso realizar
ningún aterrizaje de emergencia. De acuerdo que el príncipe Felipe es el
heredero de la Corona, pero los pasajeros de a pie son tan personas como el
Príncipe y sus vidas tan importantes como la del Heredero. Podría haberse
buscado otra excusa el piloto para justificar su regreso a Santo Domingo.
Una vez más, se abren
comisiones de investigación para que se aclaren los motivos del incidente. Y
una vez más, España da una imagen de cara a esos países que pueden adquirir
productos españoles de chapucera. Cuando todavía está reciente la cancelación
del viaje a Brasil, se produce este fallo durante el viaje a Honduras. En ambos casos se abren investigaciones.
Unos se pasan la responsabilidad a otros. El tiempo sigue su curso natural y no
se sabe porqué sigue habiendo fallos en el avión que se supone debería ser el
más seguro.
El primer responsable
parece ser la empresa de mantenimiento del avión. Otra chapuza más a la lista.
Si esta empresa ya falló en las revisiones anteriores, ¿cuántos incidentes
deberemos esperar más? Si las tareas de revisión fallan hasta en el avión que
emplea la Casa Real, ¿con qué seguridad se puede viajar en un vuelo regular?
Según estos hechos, con la que Dios o el destino de cada uno quiera.
Quizá la crisis
también esté alcanzando a estos niveles reales y no se puedan adquirir aviones
nuevos y, por tanto, haya que continuar realizando arreglos, pero que sean con
responsabilidad y no chapuceros.
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