COMO ya se sabe, el próximo sábado 24
de mayo se disputará en el Estádio da Luz, en Lisboa, la final de la Champions
entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Además esta celebración coincide
con las elecciones europeas, tanto en el día de reflexión como en el de las
votaciones.
Por ello, la Junta
electoral central está estudiando si es conveniente autorizar al equipo que
salga campeón de Lisboa las celebraciones que conlleva todo título conseguido y
muy especialmente éste de campeón de Europa, ya que tanto el Gobierno, como el
Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid aducen que tales actos podrían perturbar
la celebración de estos comicios europeos, así como impedir a los ciudadanos
que acudan a las urnas con total normalidad debido a los cortes de tráfico que
supondría la celebración del equipo campeón por las calles de Madrid.
No ponemos en duda
que estos actos deportivos acarrean inconvenientes a los ciudadanos, de la
misma manera que extorsionan las manifestaciones o las huelgas, que siempre se
celebran cuando más daño causan al ciudadano, y no por eso el gobierno las
traslada a otro día que ocasionen menos trastorno.
Además, el votante
que quiera acudir a las urnas puede hacerlo con total tranquilidad, ya que en
la madrugada del sábado al domingo, caso de celebración madridista, los
colegios están cerrados. Y en cuanto a la celebración atlética, el domingo, por
mucho que represente ser campeones de Europa por primera vez, no durará todo el
día. A ver si ahora va a resultar que unas celebraciones de éxitos deportivos
van a ser la causa de una baja asistencia a las urnas, producida porque los
políticos no son capaces de transmitir la fe o la ilusión que Simeone infunde
a sus seguidores e, íncluso, a sus adversarios.
Con estas dudas
que manifiestan los políticos ya tenemos la polémica servida sobre el partido
en sí y sus celebraciones pertinentes. Una polémica que parecía zanjada cuando
Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno, prohibió la instalación de una
pantalla gigante en la Puerta del Sol en la que las dos aficiones podrían
seguir la final de la Champions. Con esta prohibición, la pretensión de Ignacio
González, presidente de la Comunidad de Madrid, por reunir a madridistas y
atléticos en la Puerta del Sol se esfumaba.
Por otra parte, Ignacio González, queremos pensar
que llevado por la euforia del momento deportivo que está viviendo Madrid de
cara a todo el mundo y no aconsejado por su lucimiento personal, habría hecho
muy bien si hubiera consultado antes con Cristina Cifuentes la conveniencia de
instalar esa pantalla gigante para que los aficionados pudieran disfrutar del
momento deportivo en un marco tan castizo como la Puerta del Sol. El presidente
de la Comunidad de Madrid se habría ahorrado las explicaciones y quedar con
parte de su anatomía al aire si no se hubiera saltado a la torera, permítasenos
el símil taurino ahora que estamos en plena feria de San Isidro, los demás
organismos que también toman estas decisiones en actos de esta índole.