CON la decisión de la Delegación del Gobierno en Madrid que impedía
la exhibición de esteladas en la final de la Copa del Rey que el Barça y el
Sevilla disputarán el próximo domingo en el Calderón se dispararon todas las
alarmas políticas y deportivas en el patio independentista y en ese otro que
llaman «derecho de expresión y libertad».
Por unos momentos nos olvidamos
de las nuevas elecciones generales, de los casos de corrupción, de los «papeles
de Panamá», de los partidos políticos, de los políticos…, nos olvidamos de
todo; es más, yo hasta me olvidé de mis futuras citas con los galenos, que ya
es olvidar, y es que como decía don Quijote a Sancho: «con la iglesia hemos
topado»; pues eso, con el fútbol hemos topado.
Pensamos que esta decisión de
prohibir las esteladas en la final de la copa del Rey por la Delegación del
Gobierno en Madrid ha sido por parte de Concepción Dancausa meterse en unos
jardines en los que únicamente iba a encontrar enfrentamientos de toda clase, tanto
políticos como deportivos, mientras no llegasen a rescatarla, como así ha sido,
en forma de otro acuerdo por parte del Juzgado de lo Contencioso 11 de Madrid
para autorizar las polémicas esteladas en la final que disputarán el Barcelona
y el Sevilla el próximo domingo.
No vamos a entrar en si la
decisión que ha tomado el juez sobre las banderas independentistas es la más
acertada en derecho, pero de lo que sí estamos seguros es de que al menos es un
acuerdo tomado con sentido común ante tanto oportunismo para hacer patria. Lo
contrario hubiera sido negar una realidad y no querer ver lo que un domingo sí
y otro también vemos en un Camp Nou plagado de esteladas cuando se celebra
cualquier partido de fútbol, aunque lo prohíba la UEFA o el sursuncorda.
Tal vez pensaba Concepción
Dancausa que prohibiendo las esteladas ya estaba solucionado la izada de estas
banderas en el estadio Vicente Calderón. Si esto es lo que imaginaba esta
señora, es que no tiene idea de cómo funciona esto del fútbol, por una parte, y
sí muchas ganas de meterse en jardines, por otra. Porque ha de saber la señora
Dancausa que ni ella, ni toda la Delegación del Gobierno en pleno, ni todos los
populares con Soraya a la cabeza, ni todas las asociaciones antinacionalistas
juntas iban a impedir a ciertos jugadores del Barcelona, si ganan la final al
Sevilla, sacar la famosa y polémica estelada al final del partido para festejar
sobre el césped del Vicente Calderón el título conseguido. Y si esto llegara a
ocurrir qué va hacer Concepción Dancausa: ¿mandar a los municipales para que
retiren las esteladas de las manos de los jugadores azulgrana?
Menos mal que en esta ocasión ha
salido un juez con sentido común para dejar las esteladas en un lugar adecuado,
aunque éste no sea el más correcto políticamente.