ANOCHE nos acostamos con dos incógnitas. Una, ¿quién sería el ganador del Premio Planeta 2015?, y otra, ¿quién sería el ganador del Bote de la Primitiva?. Con estas incógnitas y con los sueños que podríamos cumplir de ser los agraciados con alguno de estos premios caímos en ese sueño reparador que nos proporciona la noche. Y soñamos y soñamos con las mil y una cosa que podríamos hacer si fuéramos los afortunados con alguno de estos premios hasta que las primeras luces de la mañana vuelven a colocar cada cosa en su sitio.
A pesar de que ya ha amanecido aún seguimos soñando hasta que con el primer café y la lectura de los principales titulares de la prensa recobramos la normalidad: ya sabemos quién ganó el Planeta y quién el Bote de la Primitiva, Alicia Giménez Bartlett y Señor Único Acertante, respectivamente, y que se sepa hasta el momento ambos residentes en Barcelona.
Dejando a un lado a doña Alicia Giménez Bartlett y que ninguna feminista piense que es discriminación hacia la escritora y señora, pues en su momento leeremos su novela ganadora, nos centraremos en el único ganador del Bote de la Primitiva, entre otras cosas, porque nosotros también apostamos a ese Bote de la Primitiva y por ello nos consideramos de la partida.
Este premio de más de cien millones de euros cambia la vida al más «pintao». Quizá lo primero que piensas es en todo lo que a partir de ahora puedes hacer y que no has hecho. Quizá sientas tal hormigueo por el cuerpo que te haga flotar como si estuvieras en el espacio viendo pasar todo el mundo. Quizá comiences otro sueño para el que creo que no estamos preparados del todo, porque una cosa es pensar qué vas hacer cuando te toque la lotería y otra muy diferente es qué hacer ahora que ya me ha tocado.
Es cierto que cerrarás muchos o todos esos frentes que tienes abiertos, pero también pienso que se abrirán otros nuevos (sociales, familiares, conyugales, vecinales, fraternales y todos los «ales» que podamos imaginar) y que tendrás que afrontar sin estar preparado porque ahora ya son asuntos de millonario y nosotros sabíamos resolver cuestiones de pobres. Sin embargo, seguro que se aprende rápido, porque, como dice mi colega Darío, los euros son la mejor carrera y el mejor idioma que te abren las puertas del mundo de par en par.
Uno de los primeros disgustos que se llevará este Señor Único Acertante será cuando cobre conciencia de que la Hacienda española es la que le mete mano al «canut» para coger 20 millones de euros. «¡Por todos los santos, san Jordi, esto no se puede permitir. El Gobierno de España nos roba! Solo me ha dejado 80 millones». Este grito retumbará en las Ramblas y por la Sagrada Familia.
Tranquilo, amigo. Si me lo permites y como ahora vas a tener muchas personas que te digan lo que puedes hacer con ese dinerito, te contaré lo que yo haría: cumpliría el «gran sueño catalán», ahora sí que me independizaba pero de verdad y a lo grande, sin referéndums ni gaitas y hasta puede que me comprara Vilanova i la Geltrú y Soria. Mandaría a Mas a bailar la sardana, la jota y hasta el chotis, y al jefe de la Hacienda que ha metido la mano en mi «canut» le mandaba a hacer el camino de Santiago cantando el himno del Barça. Vamos, creo que no hay mucho que pensar: «coge la pasta y lárgate, independízate». Sinceramente, amigo, enhorabuena y te envidio, porque un servidor tiene que seguir dependiendo de papá Estado.