«LOS tiempos cambian que es una barbaridad», dijo don Hilarión. Y las normas en la publicidad, también. Atrás quedó aquel anuncio en el que una señorita vistiendo una prenda algo sugerente para la época y montada sobre un caballo blanco recorría una playa anunciando un coñac. Por cierto, ¿se acuerdan ustedes de la marca del brandi en cuestión? Un servidor tiene que confesar que no lo recuerda.
Hoy recuerdo con cierta nostalgia aquellos anuncios que veíamos siendo unos pipiolos sin que nadie se escandalizase con semejantes anuncios. Hoy aquellos pipiolos ya tenemos cierta edad y, por ello, nos escandalizamos con ciertas protestas del grupo feminista sobre determinados anuncios con tintes machistas.
El último lamento feminista ha ido a parar al centro comercial L'Illa Diagonal de Barcelona que se ha visto obligado a retirar los carteles que anunciaban su campaña de rebajas de verano porque eran sexistas tras las protestas de la asociación Dones Juristes y el Institut Català de les Dones. Las imágenes que han herido la sensibilidad del feminismo representaban a hombres esperando y cansados con bolsas de compras de rebajas, mientras sus parejas, que no aparecen en la foto, supuestamente estaban comprando.
No puedo entender cómo estas escenas pueden ofender a la asociación Dones Juristes y el Institut Català de les Dones cuando semejantes poses se ven diariamente en los centros comerciales y son la pura realidad de los estragos que el feminismo causa entre la clase varonil no solo en época de rebajas, sino de por vida. Ahora, me pregunto: «estas señoras de Dones Juristes y el Institut Català de les Dones, ¿tendrán remordimientos por haber participado de aquel “cuarto de hora femenino” o de aquellas canciones que se bailaban con la luz apagada en los guateques cuando aún éramos unos pipiolos y pipiolas?».
Volviendo al tema de las polémicas imágenes, creo que estas señoras que se han ofendido por semejante campaña no se han dado cuenta, quizá porque permanecían inmersas en sus compras y ocupadas en conseguir la mejor camiseta al menor precio, de la cara desencajada de los sufridos maridos y esposos que cargados de bolsas y a una distancia prudencial siguen a su cónyuge durante el recorrido de norte a sur y de este a oeste de todas y cada una de las plantas del centro comercial. Y después de recorrer todo el centro, ya casi en la salida nuestra esposa, pareja o cónyuge nos pregunta si queremos mirar algo. Si respondemos que sí, que tal vez… (da igual lo que queramos mirar), la respuesta es siempre la misma: «pero ¿no tienes ya…? ¡Anda!, si luego ni te lo pones. Además fíjate la hora que es ya».
Si algún hombre no ha sufrido esta situación, entonces, señores, es que no estaban de compras con su señora, estaban con la otra.
Señora ministra de Igualdad, a ver si es verdad que llega la igualdad. Al menos durante las rebajas.