
/ Julián Miranda Sanz
Tras este paréntesis en
mis publicaciones, regreso a tomar un nuevo contacto con los temas de
actualidad o con recuerdos nostálgicos, pues ambas cosas son necesarias para
afrontar los años que nos quedan por vivir. La actualidad nos mantendrá
despiertos y comprometidos con todo lo que nos rodea, y la nostalgia nos
ayudará a vencer momentos difíciles e incomprensibles para nuestra forma de ver
la actualidad. Y como los tiempos no cambian mucho, los temas, tampoco.
Por
ello, esta primera columna, tras mi período de descanso, quiero que sea una
reedición de la publicada a finales del verano del año 2013 y que titulé A
vueltas con el 0,25 de las pensiones. Creo que lo que comenté aquel verano
sobre nuestras pensiones dos años más tarde todavía está de actualidad, aunque el
papel que en aquella ocasión representaron ciertos personajes hoy sean otros
actores quienes los interpreten, eso sí, ante el mismo auditorio y ante el
mismo público.
Si
aquel verano de 2013 silbamos y pateamos semejante función gubernamental, hoy
en volvemos a repetir nuestra actitud ante semejante función electoral dirigida
por el señor Montoro.
Aquí
les dejo lo que un miércoles 4 de septiembre de 2013 publiqué. Juzguen ustedes.
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URANTE estos días de principios de
septiembre se viene hablando y mucho de las pensiones. El año pasado fue la
prima de riesgo quien acaparó todas las portadas de los periódicos. A este paso
vamos a tener que nombrar el «tema del verano» cual si de las canciones se
tratara. Sin embargo, todo este asunto de las pensiones es mucho más serio. Seamos
serios.
La ministra de Empleo,
Fátima Báñez, nos anuncia la subida de las pensiones como una gran noticia.
Leído así, la cosa pinta bien, pero si seguimos leyendo vemos que la tal subida
representa el 0,25 por 100 y si las cosas se dan bien pueden llegar hasta el
0,25 más el IPC.
Sinceramente, yo no
entiendo si el 0,25 por 100 es mucho o poco, porque esta apreciación depende
con lo que se la compare, ni tampoco sé cuánto será el IPC. Por eso, tiro de
regla de tres, que ésta sí que soluciona problemas al menos hasta que algún
ministro de Educación tenga la ocurrencia de suprimirla en alguna reforma
educativa, y veo con asombro que en el mejor de los casos la subida para una
pensión tirando por lo alto supondrá tres euros al mes.
Señora Fátima Báñez, con
semejante subida me deja confuso; no sé si seré capaz de administrar tan
importante emolumento, aunque más bien como decían en mi pueblo: para este
viaje no hacían falta alforjas.
Otra de las causas que
pesan sobre las pensiones es que la esperanza de vida es más alta. Pues
naturalmente que tiene que ser más alta: estamos mejor alimentados, hacemos más
ejercicio físico, la medicina ha avanzado y por esto y otras cuestiones en un
reciente estudio se refleja que los españoles hemos aumentado en estatura.
Señora ministra, por
esto no creo que ponga en duda que tenemos que tener mejor salud o es que
piensa que deberíamos de estar como cuando se tomaba Cafiaspirina que lo mismo
valía para un roto que para un descosido. Todo avanza menos las previsiones que
un gobierno debe tomar referentes a las pensiones, ya que todas o casi todas
(siendo optimista) se pierden en insulsos debates o en comisiones infructuosas.
También tienen cabida en
este asunto de las pensiones algunos periodistas que acuden a las tertulias radiofónicas
y parecen que quieren sentar cátedra con sus opiniones. Hace unos días escuché
en uno de esos coloquios decir a un periodista (lamento no saber su nombre,
pero sí recuerdo que la tertulia se emitía desde Radio Nacional de España un
martes por la noche) que como ahora las personas vivíamos más años y se
alcanzaba la cifra de los cerca de noventa años era mucho tiempo para estar
cobrando una pensión del Estado; es decir, que los pensionistas deberíamos
morirnos antes y a ser posible de repente (esta última frase es del autor de
este comentario) y así ni en medicinas haríamos gasto.
Otra contertulia en el
mismo programa apostilló, haciendo referencia al 0,25 por 100, que ya quisiera
para ella esta subida todos los años en su sueldo. Como usted no pudo escuchar
lo que contesté al oír su comentario se lo transcribo (aunque tampoco llegue a
sus oídos): “No se preocupe, señora periodista, que si con esa subida usted es
feliz yo se la ingresaría en su nómina todos los meses no vaya a ser que se
deprima y diga más incoherencias [aquí dije otra palabra] en las tertulias
radiofónicas”.