"Apúntate a..."
Por Julián Miranda Sanz
NO COMPRENDO por
qué cuando te jubilas tienes que realizar más actividades: debes salir más de
casa (vamos, que si el techo de la habitación se cae, que no te pille dentro); viajar
más, ya no basta con desplazarse en metro o cualquier otro medio de transporte,
hay que apuntarse a todos los programas sociales habidos y por haber, a los
mayores de cincuenta y cinco, ofertas de otoño, lo que sea con tal de no parar.
Sin contar la natación, el gimnasio, los cursos de pintura, de informática, de
punto de cruz, de cocina, los bailes de salón… Parece que con la jubilación quisiéramos
recuperar el tiempo que no hemos tenido para nuestro solaz durante la vida
laboral.
Esta
vorágine me trae a la memoria unas vacaciones en Semana Santa que pasé en
Roquetas del Mar; eran las primeras vacaciones tras cambiar las costumbres
religiosas y las procesiones se combinaban con la playa. Días antes de que
llegaran esos días religiosos que antaño eran de fervor y recogimiento, pasaba mis
vacaciones en esta localidad de Almería. Todo era un remanso de paz en el hotel
y fuera de él. De repente, toda esa tranquilidad se vio alterada con risas
estridentes, carreras de niños por escaleras y pasillos, reprimendas de los
padres a sus retoños, ruido de maletas, prisas en el restaurante… Parecía como
si el mundo tuviera los días contados y había que hacer muchas cosas en poco
tiempo. Cuando llegó el Domingo de Resurrección, la tranquilidad y el sosiego
regresaron nuevamente al lugar, y el sol continuó saliendo por el mismo sitio.
Aquellos
nervios, aquellas prisas, el querer realizar muchas actividades lo comparo con la
obsesión que tienen algunos jubilados por apuntarse a todo una vez que han
cesado en su vida laboral. Demos también tiempo a esta nueva etapa en nuestra
vida. Al final cuando dejemos este mundo, si pudiéramos hablar siempre nos habrán
quedado cosas por realizar y el sol seguirá saliendo por el mismo lugar.
Entiendo
que el tiempo de la jubilación es para que cada persona realice actividades que
le gustan y que durante su vida laboral no ha podido llevar a cabo.
Lo
que no comprendo es por qué hay que apuntarse a determinadas ocupaciones si
antes de jubilarte no eran de tu agrado y nunca te interesaron y continúan sin
preocuparte. Además, todas estas inscripciones también cuestan dinero y la suma
de todas ellas puede alcanzar una cantidad al menos interesante.
En
cuanto a este servidor, seguirá haciendo lo que quiera: viajará pero a su aire
(haciendo paradas donde quiera), hará ejercicio sin necesidad de gimnasio
(cuidado con los esfuerzos, pues a ciertas edades ciertas precauciones), aprenderá
cocina con los cientos de programas que emiten las televisiones, no hará bailes
de salón porque ya los hace en la cocina al son del MP3, etc., pero sobre todo
tratará de vivir y disfrutar los días que le queden con cosas sencillas y
cotidianas (desayunar lo que quiera, ver crecer los árboles, poder tomarme un
vaso de agua, dormir en mi cama, mirar escaparates), actividades que por tenerlas
tan cerca de nosotros no las apreciamos.
“Apúntate
a…”, me dicen por todas partes. Yo les respondo: “No me apunto a nada”. Una
cosa buena que he descubierto en la jubilación es que puedo decir NO dondequiera,
como quiera y a quien quiera, aun a la parienta, que no es poco.