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Messi, Guardiola y Mourinho
Por Julián Miranda Sanz
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ESDE que Pep Guardiola dejó Barcelona y,
con ello, al F.C. Barcelona, la normalidad en las relaciones deportivas y
extradeportivas entre los equipos del Barcelona y el Real Madrid, poco a poco,
recobra el protagonismo que nunca debió perder. ¿Casualidad? Personalmente creo
que no.
Y digo que no creo en
la casualidad porque desde que Guardiola dejó de ser el entrenador del
Barcelona y controlar todo y a todos, este equipo, aparte del cambio de
entrenador y, por ello, la modificación en su juego, está convirtiéndose en un
conjunto como el resto de los mortales, salvando las distancias que la calidad
de sus jugadores marca: los componentes de la plantilla se lesionan, como son
los casos de Messi, Valdés, Piqué, Alba, Fàbregas y Alves, entre otros, cosa
que antes con Guardiola no ocurría; los encuentros entre el Barcelona y el Real
Madrid sólo centran su interés en lo meramente deportivo dejando aparcadas
todas las disputas extradeportivas; los distanciamientos de la pareja Piqué y
Shakira se hacen públicos; los jugadores de uno y otro equipo se piropean
mutuamente, y hasta el público de Barcelona, en alguna ocasión, vitorea y
aclama a Iker Casillas.
La lesión de Messi
refleja con suficiente claridad estas apreciaciones. Pep Guardiola fue la
persona que creó la figura del argentino, protegiéndolo dentro y fuera del
terreno de juego. Guardiola formó un equipo para que jugara sólo para este
jugador y para ello puso a su disposición a dos grandes jugadores como Andrés
Iniesta y Xavi Hernández, verdaderos artífices de los éxitos de Leo Messi. Asimismo,
Guardiola se encargó de los cuidados de “su niño” frente a sus adversarios
deportivos, haciéndole poco menos que intocable, y para esto también contó con
la colaboración de los árbitros, que mientras con otros jugadores permitían que
fueran objeto de toda clase de entradas, con Leo Messi eran implacables en sus
funciones arbitrales no permitiendo a los jugadores rivales ninguna entrada ni
tan sólo un pequeño roce con este jugador. Para saber la verdadera dimensión de
este jugador tendríamos que verle con otros equipos y en otras Ligas y con
otros compañeros. Creo que Messi es un gigante creado por Guardiola y que ahora
se tambalea porque su base de oro (Pep) está en Alemania.
Por otra parte, todos
aquellos incidentes que se producían entre Barcelona y Real Madrid cuando eran
entrenados por Guardiola y Mourinho, respectivamente, y que en algunas
ocasiones traspasaban las fronteras deportivas hasta alcanzar cotas
nacionalistas, con la marcha de Pep al Bayern Munich y de Mourinho, al Chelsea,
han desaparecido y las relaciones entre ambos clubs son menos turbulentas.
¿Estos incidentes
eran provocados por ambos entrenadores? Creo que sí. Cada uno puso de su parte
para que esto ocurriera como queda patente con el paso del tiempo. Estos
cambios en el comportamiento de los jugadores comenzaron cuando, tras la marcha
de Guardiola, los azulgranas dejaron de practicar sus dotes de extras
peliculeros en el terreno de juego, y, aunque Mourinho continuaba al frente del
Real Madrid, los enfrentamientos entre los dos equipos se parecían más a un
partido de fútbol que a una reyerta entre bandas rivales.
Por una parte,
Mourinho, cuando todavía era entrenador del Inter de Milán, fue el primero que
comenzó a irritar a la parroquia azulgrana, desde su presidente hasta el último
socio, pasando por Guardiola. Esta irritación se producía porque Mourinho privó
al Barcelona de jugar la final de una Copa de Europa (esta definición me gusta
más que la actual) con muchas posibilidades de ganarla, nada más y nada menos, en
el estadio Santiago Bernabéu, y esto no lo perdonarán nunca al entrenador
portugués.
Posteriormente
vendría lo del dedo en el ojo de Tito Vilanova, las declaraciones de Mourinho a
la prensa, las llamadas de Casillas, las salidas de lugar de Guardiola con
aquello del “puto amo”, exabruptos que eran vistos con buenos ojos por la mayoría
de la prensa, y todos los hechos que fueron aconteciendo. Pero, insisto, el primero
y principal detonante de los enfrentamientos fue el privarles de esa fiesta que
ya saboreaban en el Santiago Bernabéu.
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