En Galeradas
Sociedad

Por Julián Miranda Sanz
L
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AS noticias que se producen a nuestro
alrededor se amontonan en la memoria de mi ordenador y en la mía. Es tal la
cantidad de información que recibimos que, tanto mi portátil como un servidor,
nos quedamos «colgados» al no poder tratarla en su justa medida. Cuando esto ocurre lo
mejor es parar y dejar que tanto ordenador como quien lo maneja se tomen un
descanso y salgan a flote entre tanta información de locos. Y esto es lo que
hemos hecho.
Nuestro «cuelgue»
comenzaba con el supertifón Yolanda que
ha dejado miles de muertos y millones de afectados. Todos los países se
movilizan para enviar ayuda al lugar de la catástrofe. Las ONG hacen
peticiones, tanto materiales como económicas, para paliar los daños producidos
por el tifón. ¿Y esos organismos que se reúnen, comen, beben y se lo pasan chupi mientras dicen que tratan los cambios climáticos para proteger el planeta Tierra
o los que irrumpen en un aplauso para apoyar al representante de Filipinas
porque las lágrimas de éste les conmueve el alma, qué hacen aparte de esto? El
año pasado estas organizaciones y estos señores conmovidos hicieron exactamente
lo mismo que éste; es decir nada. Las víctimas que se aguanten, como siempre.
Sin reponernos del
tifón Yolanda, nos volvemos a hundir
con la sentencia del «caso Prestige» después de once años que ocurriera el
accidente en las costas de Galicia: nadie tiene la culpa de lo ocurrido y,
además, los afectados franceses se movilizan para demandar a España. Y los damnificados
españoles que se aguanten, como siempre.
Continuamos con los
juzgados. A la infanta ni tocarla. Al «caso Nóos», largas, que hasta que pasen
once años hay tiempo. El juicio por las muertes de cinco chicas en la
macrofiesta de Madrid Arena, que espere; no pasa nada, que los responsables
sigan haciendo negocios y si son «negocios sucios», mejor. Las familias de las
víctimas, los que de verdad sufren, que se aguanten, como siempre. Y a estos
familiares podemos sumar los del accidente de tren en Santiago: que no pasará
nada. Los afectados y los que han perdido algún familiar, ésos, que se aguante,
como siempre. Y así podríamos continuar. Un último ejemplo de que no pasa nada,
de que hay accidentes y víctimas, pero no hay culpables: el accidente de
Spanair en Barajas. Bueno aquí sí hubo culpables: los pilotos muertos: eran los
únicos que no podían defenderse. Y como siempre, las verdaderas víctimas que se
aguanten.
Y ya no hablemos de
la famosa sentencia que deroga la «doctrina Parot». Hala, todos a la calle
antes de tiempo. Y aprovechando el río político de acuerdos pasados y pactados
quedan en libertad otros individuos violadores, asesinos, pederastas,
secuestradores.
Los iluminados que se
levantan por la mañana, llaman a una emisora de radio o acuden a un plató de
televisión y cuentan lo que han soñado la noche anterior avalados por un cargo que
proporciona una universidad, una importante organización de no hacer nada, una
empresa de finanzas, si es americana, mucho mejor. Pues bien, estos iluminados,
muchos de ellos pertenecientes a esas organizaciones que miran por los derechos
de los consumidores, nos sacan y nos meten en la crisis como quieren y cuando
quieren; dan consejos para conciliar nuestra vida laboral y familiar y hasta la
sexual; nos dicen cómo tenemos que reír, llorar, viajar; nos enseñan a ahorrar
y a comprar. Vamos sin ellos no seríamos nada. La verdad es que ellos sin
nosotros serían unos pobres parias.
Las centrales
sindicales y sindicatos. El último capítulo: Las basuras de Madrid. Como siempre, nadie es responsable. Lo es el
de enfrente: Mientras tanto, los que no tienen culpa de todo esto, los que
viven en Madrid o los que lo visitan, que se aguanten con la suciedad, los
destrozos, los daños económicos, que las dos cabezas sindicales pensantes, Toxo
y Méndez, bastante tienen con cuadrar sus cuentas bancarias: pero tranquilos
compañeros, que no pasa nada, pues para el papel de víctima ya estamos los
ciudadanos, hartos, pero no pasa nada.
En cuando a lo
deportivo, pues también hay lío. Quién nos manda ir a jugar a Guinea si sabemos
que todos quieren hacerse una foto con los campeones del mundo. Algo nos hace
pensar que hay negocios y no de los limpios y claros para algunos de los que
pescan en río revuelto.
Por si todo esto y lo
que se nos queda en el tintero no fuera suficiente, ahora llega la niña de la
Pantoja y se nos queda embarazada; bueno, al menos, aquí se sabe quién es el padre de la
criatura, ¿o no? Mejor ver los programas especializados. Y el hijo de Ortega
Cano no podía ser menos. No, no se queda
embarazado. Tranquilos. Se va de «putillas», roba a un hombre que pasaba por
allí, sustrae un coche y posteriormente quema el vehículo. No pasa nada. El
señor que pasaba por allí que se aguante, como siempre. El hijo de Ortega
saldrá enseguida; la experiencia del padre en salidas de la prisión tiene que
servir de algo.
Resumiendo, queridos
políticos, sindicalistas, jueces, gobernantes, todos, así al único sitio que
vamos derechos es contra la pared. Pero, como siempre, no pasa nada.
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