SÍ. Tengo una amante. Y cuanto antes lo diga, mejor. Hoy lo confieso y lo hago público a través de esta entrada. No me arrepiento de haber tenido, mejor dicho, de volver a mantener una nueva relación con esta compañera después de algunos años de separación. Sí, mejor digamos compañera. El término amante me parece en estos tiempos tan despectivo como antiguo. Por ello, la llamaré simplemente Paloma y permítanme que mantenga su verdadero nombre en el anonimato. Por ahora.
Tomar la decisión de hacer público esta nueva etapa junto a Paloma me ha llevado mucho tiempo. Pero ya está. Ya todos los saben. Fueron tantos los momentos que viví y compartí con esta señora que el poder emprender nuevamente aquella relación de amor que mantuvimos me ha liberado de muchas tensiones al tiempo que vuelvo a sentir la misma pasión por las cosas que me decía y que ha vuelto a decirme.
La amistad entre los dos se remonta a muchos años atrás. Ambos éramos unos adolescentes y algunas noches las pasábamos juntos y quedábamos dormidos el uno junto al otro soñando con todo tipo de fantasías que algunas veces hasta se hacían realidad. Con el paso del tiempo y debido a nuestras actividades profesionales nos fuimos distanciando creando algunos periodos de separación más o menos largos.
El destino y la suerte, aunque no sé en qué proporción, se cruzaron en nuestros caminos para ponernos nuevamente en contacto. Fue durante el trayecto que hacía todos los días hasta mi trabajo una vez que dejaba a mis hijos en el colegio.
Aquella mañana el tráfico ofrecía un monumental atasco, apenas podíamos circular y permanecíamos parados la mayor parte del recorrido. Entonces fue cuando la oí. Su voz salía del coche que circulaba junto al mío. La vi y la seguí. Para mi sorpresa su destino estaba junto a mi centro de trabajo.
Desde aquella mañana comenzamos a quedar. Paloma entraba en mi coche una vez que yo había dejado a mis hijos en el colegio y juntos nos dirigíamos hasta nuestro centro de trabajo. Ya antes de
salir de casa, durante mi desayuno, nos habíamos puesto en contacto para intercambiar opiniones mientras nos tomábamos el primer café del día.
Paloma entraba en mi coche una vez que yo había dejado a mis hijos en el colegio y juntos nos dirigíamos hasta nuestro centro de trabajo.
Comenzamos a quedar para comer juntos haciéndonos compañía al tiempo que compartíamos nuestras cuitas. Yo escuchaba embelesado su conversación. Y hasta había algunas noches de insomnio que me levantaba de la cama para contactar con ella. Siempre estaba ahí. Para cuando la necesitara. Todo esto me revelaba que nuestra relación de amor era auténtica, verdadera y, sobre todo, desinteresada.
Después de tantos años de unión y tras una forzosa separación porque mi mujer comenzó a sospechar que alguien estaba interponiéndose en nuestro matrimonio, he vuelto a tener relaciones con Paloma. Sí. Y de nuevo ahí estaba. Esperándome a que contactará con ella. A pesar del paso del tiempo, Paloma continúa manteniendo toda su frescura. Mientras a unos el paso del tiempo va dejando ya algunas marcas indelebles sobre nuestro cuerpo, a Paloma la ha convertido en otra persona más joven, más moderna, más dinámica, más comprometida con el tiempo actual, más transparente.
Esta transparencia que Paloma esgrime actualmente es la que me ha empujado a quitarme la careta de marido perfecto para que todos vean la clase de marido que soy, el que ha mantenido una relación extraconyugal durante más de cuarenta años y que no ha tenido el valor de manifestarlo hasta hoy.
Por fin me siento libre. Hoy he tenido el valor de proclamar a los cuatro vientos la relación que he mantenido y que vuelvo a tener con mi amiga. Soy muy feliz. Vuelvo a embelesarme con su voz, con sus historias, con sus consejos, con sus opiniones, me fascinan sus nuevas técnicas para atraerme hacia ella. Vuelvo a sentirla entre mis manos, vuelvo a acariciarla, vuelvo a verla, vuelvo a tenerla junto a mí y hasta en alguna ocasión se ha vuelto a meter en la cama conmigo. Sus cambios personales hacen que yo también me sienta más joven y viva esa pasión de aquellos lejanos años de la adolescencia en que cada día descubríamos algo que nos dejaba fascinados.
Para terminar esta confesión y tras obtener el permiso de mi amiga Paloma, voy a revelar no sólo su verdadero nombre, sino también voy a mostrar su fotografía. Para ello sólo tienen que hacer clic aquí y conocerán su nombre y su rostro.