
/ Julián Miranda Sanz
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YER, sábado 1 de noviembre, podíamos ver a
Javier Limón, marido de Teresa Romero, en el programa En un tiempo nuevo de Telecinco, pidiendo justicia para su mujer
porque, según el propio Javier, no se la ha tratado con el debido respeto.
La entrevista realizada a
Javier Limón comenzaba con la buena noticia que proporcionaban los resultados
de los últimos análisis practicados a Teresa Romero que indicaban que la
auxiliar de enfermería estaba curada del virus de ébola, y por ello Teresa ya
había sido trasladada a una planta del hospital Carlos III donde puede recibir
visitas.
La presencia de Javier Limón
en el programa prometía alguna información sobre cómo pudo contagiarse Teresa
con el virus de ébola: cómo ha vivido la familia esta situación; cómo el propio
Javier ha pasado estos días de aislamiento, o cómo piensan emprender esta nueva
etapa en su vida de pareja y familiar.
Sin embargo, Javier no aportó
ningún dato que ya no se supiera y cuando uno de los dos periodistas que
asistieron al programa (más como convidados de piedra que como profesionales de
la información) para realizarle preguntas sobre el caso, el marido de Teresa no
contestaba dejándolo en manos de su abogado. Sólo empleó el tiempo que duró la
entrevista para repetir que les habían arruinado la vida y que quería justicia
para su mujer y su perro Excalibur, al
tiempo que aprovechaba para pedir unas cuantas dimisiones y hacer algo de demagogia
con la sanidad pública y el desmantelamiento del hospital Carlos III.
Es cierto que tendría que
dimitir más de uno por lo que ha dicho, hecho o dejado de hacer, pero también
es cierto que la sensación que Javier Limón deja tras todas sus visitas por las
cadenas de televisión es de ir abonando el terreno para que su abogado
(seleccionado y buscado a través de Internet) prepare su batería de acusaciones
contra todo aquél a quien puedan sacar dinero.
Cuando Javier Limón dice que
les han destrozado la vida porque su mujer contrajo el virus del ébola por
atender al misionero García Viejo, no sabemos qué pensarán las peluqueras que
depilaron a su mujer y que desde entonces han tenido que cerrar su peluquería;
o las casi cien personas que estuvieron en contacto con Teresa hasta que ésta
fue aislada; o los asistentes a la oposición a la que Teresa se presentó (¿fue
esta oposición la causa de que la mujer de Javier no dijera la verdad para
evitar que la impidieran ir al examen?); o los padres de las cinco víctimas del
Madrid-Arena; o la familia de Marta del Castillo; a estas personas sí que les
han destrozado la vida. Mientras la esposa de Javier realizaba su trabajo
voluntariamente, eso sí corriendo un gran riesgo y esto nadie se lo va a negar,
las peluqueras o las familias de las muchachas asesinadas no tenían que correr
ningún riesgo y, sin embargo, han pagado un alto precio por la irresponsabilidad
de unos y otros.
Como una irresponsabilidad
nos parece lo que hizo Javier con su perro al besarlo, acariciarlo y hasta
limpiarle las babas. ¿Cómo puede decir esto y aun más hacerlo sabiendo que su
perro podía tener ébola? Por otra parte, si la casa de Javier Limón no había
sido desinfectada hasta ahora ha sido porque el propio Javier quería estar
presente en el momento que desinfectaran su vivienda para supervisar todos los
trabajos.
En cuanto a su demagogia
sobre la sanidad pública y el hospital Carlos III, creemos que se la podía
haber ahorrado, pues gracias a esa sanidad pública y a ese hospital
desmantelado Teresa Romero hoy puede sonreír y tener por toda preocupación la
muerte de Excalibur, y Javier Limón
puede ir de plató en plató con cambios de look
pidiendo justicia y quizá engrosando su cuenta bancaria.
A pesar de todas las
declaraciones de Javier, nos alegramos de la recuperación de Teresa y la
deseamos que pueda emprender una nueva etapa en su vida.
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