A primera hora de la mañana
de ayer, Mariano Rajoy daba la noticia de la abdicación del Rey. Una noticia
que sorprendía a todos y rompía la rutina matinal en las emisoras de radio y en
las cadenas de televisión.
Tras la
abdicación del Rey se abre en España una nueva etapa llena de incertidumbres.
El príncipe Felipe parece que es una persona muy preparada para desempeñar el
papel de Rey de España y así lo corroboran quienes le conocen profundamente.
Sin embargo, nos preguntamos si las decisiones y el trabajo de Felipe VI serán
respetadas tanto como fueron las de su padre.
Por otro
lado, con este cambio institucional aparecen sectores que no quieren continuar
con una monarquía y apelan por una república. Estos grupos, a cuya cabeza
aparece Cayo Lara, que utilizan las redes sociales para convocar a los
ciudadanos a manifestarse en favor de sus preferencias políticas no deben
olvidar que, tanto con Monarquía como con República, el respeto y el civismo
son virtudes que deben acompañar siempre a cualquier manifestante y, además,
deben tener presente que si hoy pueden manifestarse libremente por las calles
de cualquier ciudad española es gracias a todos los que un día hicieron posible
una transición pacífica tras la muerte del dictador Franco, y en este grupo de
hombres que únicamente miró por el bien de su país está incluido el Rey.
También,
por otra parte, aparecen los que, capitaneados por Artur Mas y pase lo que pase, continúan con
sus planteamientos de independentismo, dejando claro que da lo mismo que haya
Monarquía o República porque ellos siguen caminando hacia su independencia que
es lo que les importa.
¿Y los
ciudadanos de a pie? Pues pensamos que como siempre; tendrán que seguir
trabajando (los que tengan un trabajo) para poder subsistir y de vez en cuando
darse un pequeño capricho con el que alegrarse la existencia, ya que con
Monarquía o con República como no trabajes para ganar un salario más o menos
digno serás un don nadie, reine o gobierne quien quiera. Pensamos que la
prosperidad de un país se basa en el trabajo y el esfuerzo de sus ciudadanos
por salir delante en cualquier situación.
Tampoco
debemos olvidarnos de aquellos que son tan amigos de lo ajeno y de alcanzar
grandes metas con el mínimo esfuerzo. A estos individuos son a los que debemos
combatir, ya que los oportunistas están anclados en todas las clases, tanto
políticas como sociales, y también aparecen instalados en las monarquías y en
las repúblicas.
Parafraseando
a los americanos sólo podemos decir: “Que Dios bendiga a España”.
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